Las cabañas modulares Quechova, un proyecto constructivo nacido a principios de este año en Bértoa, Carballo, despegan con fuerza. En dos niveles. Por una parte, el elevadísimo interés que han despertado, con centenares de llamadas de todas partes. La gran mayoría, de la comarca y del resto de Galicia, pero también unas cuantas de puntos tan alejados como Huelva.
El segundo nivel es el del cliente efectivo. Una cosa es que guste, que se pregunte por el precio o que se desee tener una. No solo mediante llamadas, también mediante visitas a la rematada y que está expuesta en la travesía de Bértoa. Pero de ahí a comprarla hay un paso importante, como en cualquier producto, pero más complicado cuando los precios empiezan en torno a los 20.000 euros.
Depende de lo que se quiera, del equipamiento. La de la exposición, por ejemplo, que tiene 24 metros cuadrados, anda por los 24.000 euros, pero ahí el cliente es el que decide. En este otro nivel las cuentas ya no van por centenares, como es evidente, pero sí existen tratos muy avanzados, en algún caso para hasta doce unidades destinadas a un cámping. Y otras están más o menos apalabradas.
Todo esto lo cuenta Fran Gómez Pallas, que lleva un arranque de año frenético con esta iniciativa, atendiendo llamadas a diario. Para canalizar toda la información ya ha activado la web www.quechova.com. Ha logrado una repercusión insólita. Cada dos por tres atiende a alguien que acude a ver la cabaña piloto, que pide datos...
Al mismo tiempo, ha avanzado en la cadena de producción, que implica a más empresas. Su nave se encargará del ensamblaje, con piezas ya elaboradas en otra, robotizada. Eso le permitirá preparar dos al mismo tiempo. Para la electricidad, la carpintería y la fontanería ya ha llegado a acuerdos con tres conocidas empresas de Carballo. De la parte legal se encarga una consultoría, pieza clave para saber dónde y cómo se puede instalar. No vale cualquier sitio, de ni cualquier manera.
Gómez Pallas se encarga de dirigir todo el proceso y de la parte comercial, pero ayer ya reconocía que seguramente tenga que contratar a una persona para atender directamente a los clientes en la que está expuesta. Todo está encarrilado, pero ha ido tan rápido que quedan detalles por pulir.
El mercado objetivo es muy amplio. Los campamentos son un buen cliente, ya que los encargos, de producirse, se cuentan por varias unidades, pero también están pensadas como oficinas de turismo o de otras funciones en las que el paisaje, la modularidad o el traslado fácil sean determinantes.Y, por supuesto, para el cliente particular que busca tener una minicasa habitable en casi cualquier parte. Las restricciones de tantos meses actúan como motor de la demanda. «A xente ten moitas ganas de saír, iso nótase moito», explica Gómez Pallas, un veterano motorista y aventurero que ha corrido la Dakar en varias ocasiones, y que tiene su nave de trabajo en Bértoa, a apenas cien metros de donde está expuesta la cabaña.
Facilidad
Uno de los factores que han sido fundamentales para este éxito es la facilidad de instalación, apenas media hora, o poco más, «o que dura sacala do camión e poñela coa grúa onde se queira». Completar todos los procesos (los enganches, que deban estar ya previstos) puede alargar las operaciones una mañana, no más. «Pola mañá colócase, e pola tarde xa se pode usar», explica. Y vivir, porque incluye baño, cocina, terraza, aislamiento suficiente...
En todo caso, ese frenesí y la sensación de que todo va muy rápido prefiere pararla un poco, «porque hai que ir paso a paso». Cerrar contratos que den paso a otros y permitan mantener la cadena productiva en marcha.
Fuente: La Voz de Galicia - Carballo. 02/03/2021 05:00H
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